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Tenemos que hablar de Kevin

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“—Kevin, ¿es cierto que acosaste sexualmente a ese chico?

—Soy homosexual y no quiero esconderlo más.

—¿Pero lo acosaste o no?

—Estoy muy feliz de salir del armario.

—¿Y sobre la denuncia de Rapp tenés algún comentario?

—¡Viva el orgullo gay!”

A ver, rebobinemos, Kevin, porque así no se entiende bien de qué estamos hablando.

A fines del mes pasado, el actor Anthony Rapp reveló que, en 1986, cuando tenía 14 años, fue acosado sexualmente por el hoy famoso Kevin Spacey, entonces un poco conocido actor de teatro de 26 años. La denuncia provocó un terremoto en la industria del cine y la televisión de Estados Unidos, y, sobre todo, en la productora de streaming que está cambiando ese mercado: Netflix. Spacey, ganador de dos Oscar, entre otros importantes premios internacionales, era la cara de la primera gran apuesta de la compañía: la existosa serie House of Cards, donde interpreta a un cínico y despiadado presidente de los Estados Unidos que, vaya coincidencia, esconde su sexualidad —que ejerce parecido a como ejerce el poder— en un armario cerrado bajo llave.

No, no es novedad que Kevin Spacey es gay. Al menos no lo es para muchos de nosotros, aunque el actor se haya negado en varias oportunidades a hablar sobre el tema. Pero sí lo es para buena parte del público alrededor del mundo, y Kevin lo sabía.

En 2010, entrevistado por su tocayo Kevin Sessums para el Daily Beast, Spacey se enojó al ser consultado sobre su homosexualidad, que hacía tiempos que era un secreto a voces en Hollywood y había sido tema de portada de una revista sensacionalista. Dijo que no hablar del tema formaba parte de su derecho a la privacidad. El periodista, también gay, insistió: “No creo que ser gay sea un asunto privado; no lo es para los heterosexuales. No te estoy preguntando qué hacés en tu cuarto, o si sos activo o pasivo”. A Sessums no le interesaba el lado sensacionalista de la cuestión, sino el efecto positivo que la salida del armario de un gay respetado y exitoso, tal vez uno de los mejores actores del mundo, podía tener para muchos jóvenes homosexuales.

Sin embargo, irrirado, Spacey usó a esos mismos jóvenes como ejemplo para no responder, comparando la pregunta del periodista al bullying que sufren los adolescentes gays. A la defensiva, como si lo acusaran de algo, el actor insinuó que el periodista estaba usando su sexualidad como un arma contra él y cerró la conversación diciendo que no iba a discutir su vida personal. La comparación con la que Spacey insistía cada vez más, cuanto más lo molestaban las preguntas del periodista, era que tener que responder sobre su sexualidad era una situación semejante al abuso y la violencia sufrida por muchos adolescentes. Había algo que no encajaba en su respuesta. Era raro.

Y ahora venimos a saber que muchos jóvenes, cuando eran mucho más jóvenes, dicen haber sido víctimas de una conducta abusiva por parte del actor. No fue solo Rapp. Tras él, hablaron otros. Los testimonios que comenzaron a aparecer como efecto dominó desde la primera denuncia (inclusive de varios actores de House of Cards) describen a un personaje que, en la vida real, parece guardar más semejanzas de lo que nadie esperaba con su Francis Underwood de la ficción, ahora expulsado de la última temporada de la serie, que estaba siendo grabada y ya no está claro cómo (o si) continuará.

Y Spacey, en el ojo del huracán, eligió responder a las denuncias haciendo lo que mil veces se había negado a hacer, para desviar la atención y cambiar el foco de la noticia: salir del armario. En un breve comunicado publicado en su perfil de Facebook, tras asegurar que “no recuerda” los episodios narrados por Anthony Rapp y perdir disculpas “si me comporté como él describe”, el actor escribió que esa historia le había dado “valor” para afrontar otros aspectos de su vida y afirmó: “He amado y he tenido relaciones románticas con hombres, y a partir de este momento elijo vivir como un hombre gay. Quiero enfrentarme a esto de forma honesta y abierta, y ello empieza por examinar mi propio comportamiento”.

Esperá un poco. ¿De qué estábamos hablando?

En enero de 2016, el actor Charlie Carver, conocido por sus papeles en Teen Wolf (tercera temporada), The Leftovers y Desperate Housewives, salió del armario con cinco largos posts en Instagram (donde lo siguen más de 800 000 fans), todos con la misma imagen: un pequeño cartel con la frase: “Convertite en aquel que necesitabas cuando eras más joven”. Lo contamos entonces en este blog, pero vale la pena recordarlo. “Hace aproximadamente un año, vi esta foto mientras navegaba en Instagram una mañana —escribió Carver— y aunque no soy de citas de inspiración, sobre todo de esas atribuidas a Mr. Anónimo, capturé la imagen y la guardé. Me llamó la atención por alguna razón”. ¿A quién necesitaba cuando era más joven?

Luego de haber ocultado su sexualidad por muchos años, el joven actor sintió que necesitaba hablar: “Ahora creo que, si omito esta parte de mí mismo, soy cómplice de la perpetuación del sufrimiento, el miedo y la vergüenza infundida a tantas personas en el mundo. Con mi silencio, ayudo a que otros piensen que ser gay es inadecuado para una carrera profesional en las artes. Cuando era más joven, necesitaba que un hombre joven dijera eso en Hollywood”. Ahí estaba el significado de aquella frase: salir del armario significaba ser para otros quien él precisaba que otros fueran para él cuando era más joven.

Volvamos a Spacey.

¿A quién necesitaba Charlie cuando era más joven?

A los 20 años, cuando actuó por primera vez en Desperate Housewives, Carver tenía mucho miedo de que supieran que era gay y eso arruinara su carrera. Dos años después, Spacey, 29 años mayor y ya consagrado como un actor exitoso de Hollywood, respondía irritado a las preguntas de Sessums. Tal vez, si hubiese sido honesto entonces, Kevin podría haber sido para Carver ese ejemplo, esa referencia positiva en la que mirarse al espejo, esa persona que él tanto necesitaba. Porque si Kevin Spacey puede decir abiertamente que es gay, ¿por qué yo no podría?

Pero no. Spacey decidió asociar su salida del armario, muchos años más tarde, a una denuncia de acoso sexual contra un adolescente, reforzando el estigma perverso que vincula falsamente la homosexualidad con la pedofilia. Y no importa acá si las denuncias contra Spacey son reales o no (en esta época de juicio y condena en las redes sociales, a veces olvidamos la presunción de inocencia). Lo que está claro (y de eso, sí, Spacey es absolutamente culpable) es que su salida del armario fue oportunista y deshonesta, usada para tapar un escándalo, y que al hacerlo así, después de haber perdido tantas veces la oportunidad de hacerlo bien, Kevin Spacey no fue lo que Carver y muchos otros precisaban de él cuando eran más jóvenes, sino todo lo contrario.

Es una pena.

Y qué muerte más horrible, Kevin.

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Mi cuenta en Twitter: @bbimbi / Facebook: Bruno Bimbi. Periodista.


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